La estabilización de taludes consiste en la actuación directa sobre un talud o ladera que presenta problemas de estabilidad. Es un conjunto de técnicas y medidas utilizadas para prevenir el colapso o desprendimiento de tierra, rocas o material vegetal en laderas o taludes. Su objetivo es mantener la integridad estructural de estas superficies inclinadas y reducir el riesgo de deslizamientos.
Para estabilizar un talud, se pueden emplear diversas técnicas o soluciones integrales, como la instalación de membranas de alto rendimientos, hormigón proyectado o mallas de triple torsión reforzadas, entre otros sistemas. La elección de la solución adecuada depende de las características específicas del talud y los problemas de inestabilidad.
Los beneficios de la estabilización de taludes incluyen la reducción del riesgo de desprendimientos y deslizamientos, la protección de la infraestructura y la seguridad de las personas que se encuentren cerca de los taludes. También puede contribuir a la conservación del medioambiente al prevenir la erosión del suelo.
La prevención de desprendimientos de rocas implica la identificación de áreas con riesgo, el estudio de la problemática existente, el diseño, proyecto, implementación y ejecución de las soluciones más adecuadas para cada situación de peligro de caída de materiales.
Existen una variedad de técnicas para aplicar según cada terreno y necesidad tanto de estabilización como de protección, evitando así posibles desprendimientos o reduciendo su impacto y controlando los mismos.
Las medidas de protección contra desprendimientos son esenciales en áreas con riesgo de caída de rocas, avalanchas o deslizamientos, como zonas montañosas, carreteras en laderas escarpadas y sitios cercanos a canteras o cortes de terreno. Estos sistemas actúan como una interposición mediante una barrera física para conducir o interceptar el desprendimiento o el deslizamiento.
Las medidas de control de erosión son necesarias en áreas propensas a la erosión del suelo, como laderas degradadas, riberas de ríos, zonas afectadas por incendios forestales y sitios de construcción, donde encontramos materiales poco cohesivos y por exposición directa a los efectos meteorológicos, básicamente la lluvia y el agua de escorrentía.
Para conseguir una revegetación de taludes encontramos varias técnicas como la hidrosiembra, hidromanta, manta orgánica o los muros verdes de estabilización de taludes.
Estas soluciones son fundamentales para la preservación de terrenos y también mejoran la sostenibilidad y la resiliencia de los entornos naturales frente a los desafíos ambientales.
El control de erosión ayuda a conservar el medioambiente al prevenir la degradación del suelo, la sedimentación de cuerpos de agua y la pérdida de biodiversidad. También reduce la contaminación del agua y mantiene la calidad de los ecosistemas.
El saneamiento de taludes es un proceso esencial de acondicionamiento de taludes, o por sí solo, una solución de prevención de desprendimientos.
Se aplica en situaciones donde encontramos riesgo de desprendimientos y es necesario un saneo para provocar desprendimientos controlados de los bloques más inestables.
Hay una variedad de técnicas para el saneo como; el saneo manual por profesionales especializados con palancas, gatos hidráulicos o martillos demoledores, saneo con airbags o cojines neumáticos.
Cada técnica se selecciona y se adapta según las características específicas del terreno y los requisitos del proyecto.
La gunita es una mezcla compuesta de agua, árido, cemento y aditivos que se proyecta a alta velocidad sobre superficies para crear una capa de revestimiento resistente. Se usa en la estabilización de taludes, túneles y otras estructuras para conseguir una protección resistente, durable y con alta impermeabilidad.
Habitualmente en las obras y proyectos se les llama indistintamente, pero inicialmente se patentó el proceso de proyectar mortero con el nombre de Gunita. Más adelante se le añadió árido grueso y se le empezó a llamar hormigón proyectado.
Así pues, se suele denominar gunita a la mezcla con árido máximo de 8 mm y hormigón proyectado al que contiene árido de diámetro superior.
Encontramos varias soluciones que se adecuan a cada situación de peligro de caída de materiales, como son:
Las barreras dinámicas son estructuras diseñadas para detener o redirigir la energía de un desprendimiento de rocas.
Los rangos de energía de las barreras van de 250 kJ a 10.000 KJ y los rangos de alturas de 2,5 a 10 m de altura.
Estas pantallas absorben la energía cinética de las masas que se desprenden, mediante la deformación de la propia barrera y de los elementos disipadores de energía que permiten una contención efectiva de las rocas desprendidas, minimizando el riesgo de daños a las infraestructuras y a las personas.
La malla con geomalla es una solución que integra una estera polimérica tridimensional con el refuerzo de una malla de triple torsión.
Esta solución integral se aplica en actuaciones donde se precisa una combinación de protección contra la erosión y la estabilización superficial del talud. Estos sistemas pueden combinarse también con una solución de revegetación, como la hidrosiembra, para conseguir una mayor integración paisajística y fomentar la biodiversidad.